

Hay muchas formas de disfrutar del sabor de los tomates, pero si hay una receta universal que valga para mil y una preparaciones (guisos, albóndigas, pastas, pizzas…) es la salsa de tomate casera. No tiene nada que ver con la que puedas comprar y lo único que necesitas es echarle algo de mimo.
Primero hervimos los tomates durante un minuto aproximadamente para poder pelarlos fácilmente haciéndoles una cruz en la punta con el cuchillo (será de donde tiremos de la piel). Batimos y reservamos. Ponemos aceite en una cazuela y echamos el ajo y la cebolla picados muy finos. Cuando la cebolla esté hecha, añadimos el tomate, la sal, la pimienta y el azúcar. Dejamos que cueza unos 15 minutos (vigilándolo porque salpica bastante aunque lo tengamos a fuego lento). En los últimos cinco le damos sabor con el orégano y la albahaca.
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